Cuando vi la mano acercarse hacia mí, pensé que había llegado el final. Dicen que en el momento crítico en que la vida y la muerte se confunden en el mismo segundo, uno ve pasar ante sí, como en una película, toda su existencia. Yo solo vi mi última época. Un alud de imágenes arrancó de mi pensamiento vagos sueños de campos floridos y bosques verdes e idílicos, y en su lugar, se alzó la punta roma y azulada del peligro inhóspito. La realidad cotidiana me golpeó con su punta de lanza.
Encerrado sin motivo entre los barrotes de aquella prisión de suelo pedregoso y árido, había dedicado cada capítulo de mi vida consciente a escapar de ella, sin resultado positivo. En las noches oscuras en que los guardianes se ocultaban a mi vista, recorrí lentamente cada rincón, examiné cada barrote y cada esquina, analicé sus techos demasiado altos, y removí cuidadosamente las piedras del suelo, buscando un resquicio. Los inútiles esfuerzos por intentar escapar me dejaban exhausto y abatido. Más de una vez, mi existencia me hizo recordar la triste vida de Segismundo, encerrado en su húmeda y triste celda. Y ahora, esa mano amenazante me acechaba cada vez más próxima.
Mi memoria es limitada. No recuerdo a mis padres, de los que me apartaron recién nacido, como hacían en Esparta. Mi infancia no son "recuerdos de un patio de Sevilla", como dijo Machado, y a nadie oí mencionar siquiera, el lugar en que nací. La mayor parte de mis conocimientos se los debo a la televisión, ante la que he pasado largas horas de mi vida. Precisamente debido a su influencia, el título de AMENAZA LETAL, me pareció adecuado para narrar este pedazo de mis memorias.
Es curiosa la cantidad de imágenes que puede pasar en un segundo por nuestra mente. Y el cúmulo de reacciones que nos provocan. Al principio pensé huir ¿pero a dónde? Recordé a Steve McQueen en "La gran evasión", pero para él era fácil. Al fin y al cabo tenía un buen equipo y había gente que excavaba túneles, pero yo estaba solo y la dureza del suelo hacía imposible esa ilusión. En "Fuga de Alcatraz", Clint Eastwood aprovechaba desagües y bajantes, igual que Tim Robbins en "Cadena perpetua", pero nada de eso había aquí.
La monstruosa mano seguía acercándose, pero mi mente se había bloqueado. No se me ocurría más que correr, alejarme de ella en lo posible, aunque ello significase tan solo dilatar mínimamente el fatal desenlace. Recuerdo que en "Carros de fuego", eso de correr suponía una victoria, aunque claro, las circunstancias eran muy distintas. Pero no encontré otra alternativa. Volví la vista y, dentro del reducido rectángulo rodeado por gruesos hierros, elegí el rincón más lejano. Corrí cuanto me permitieron los músculos, como hacía Al Pacino en "Marathon man"(1), o Correcaminos para eludir al zorro. Me sentí acorralado al llegar. Apoyé la espalda contra los barrotes y miré aterrorizado. Aquella mano enorme que parecía crecer a pasos agigantados mientras se acercaba, había engarfiado sus dedos en un gesto de amenaza, mientras una mancha parda en su palma me hacía presagiar víctimas anteriores.
De pronto una convicción tomó cuerpo en mi mente: no me cogerían vivo. Vendería muy cara mi vida. Recordé "Solo ante el peligro" y cómo Gary Cooper, lo arriesgó todo por salvarse. Y a Russell Crowe en "Gladiador", a Indiana Jones, Luc Skywalker, Pokemon, Harry el Sucio, Bola de Dragón, Walker Ranger, David contra Goliat,... y entonces ocurrió: noté que el pelo se me erizaba de rabia mientras la sucia mano se abatía sobre mí. A falta de otras armas, abrí la boca y mordí con rabia, notando que mis mandíbulas se endurecían al clavarse mis dientes afilados sobre aquél dedo gordo y enorme. El grito del niño fue espantoso y de su boca cayó una babosa chocolatina. Me asusté. Mis ojos no podían dar crédito a lo que veían. Retiró la mano aullando de dolor y corrió llorando y dando gritos, buscando a su madre.
Pensé que, aunque no pude usar una pistola o una espada, no había estado nada mal. Al fin y al cabo, soy solo un hamster.
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(1) Evidentemente, debe tratarse de un error ocasionado por el pánico, toda vez que el protagonista de esa película es Dustin Hoffman (Nota del Traductor).
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